Una pequeña reflexión para comprender el asunto sobre el Esequibo y su reclamación.
Recientemente ha llamado la atención y ocupado bastante espacio en las
noticias el tema de la Guayana Esequiba, los derechos se Venezuela sobre esa
importante extensión de terreno y los reclamos históricos hechos al Reino de
Gran Bretaña y que hoy se continúan ante la que entonces fuese su colonia, la
Guayana Británica y hoy un estado independiente como lo es la República
Cooperativa de Guyana.
Antes de continuar y para aclarar un poco la confusión que en general pueden
generar estos dos nombres Guayana y Guyana, merece destacarse que Guayana, es el nombre del lugar, de
la extensión de terreno, es por ello que cuando se refiere a la reclamación
sobre el espacio físico se hace mención es a la Guayana Esequiba, mientras que
Guyana es el país, hoy la República independiente a la que se le formula la
reclamación del territorio, Estado autónomo que antes de 1966 fue colonia
británica y que se denominase Guayana Británica, si, como el territorio. Pero
baste que estemos claros hoy en la actual diferencia entre ambas denominaciones,
Guayana es el territorio en reclamación, y Guayana la República a la que se le
reclama la ilegítima toma de la extensión de terreno.
Es de advertir en primer lugar que en modo alguno pretende señalarse que es
un tema sencillo todo lo que rodea el caso y que pueda abordarse con la
seriedad que merece sin la participación de profesionales expertos sobre la
materia y con el estudio de los abundantes y muy acuciosos trabajos,
advertencia que ha de formularse ante la constante difusión de opiniones,
incluso que pudieran algunos entender de oficiales por provenir de funcionarios
públicos pero que en carecen del conocimiento específico del caso y sus
declaraciones pudieran ser utilizadas con desviados fines. Este pequeño trabajo
entonces no pretenderá desarrollar con mayor detalle el diferendo territorial,
sus causas y menos aún las medidas que han de tomarse en tan importante caso, también
es de advertir que no es de mi especialidad profesional la materia, por lo que simplemente
se pasará a destacar de manera muy gruesa aspectos y efectuar precisas
reflexiones y elementos que considero necesarios para que cada lector pueda
hacerse su propia idea y comprensión del caso como ciudadanos venezolanos , y
que el devenir de las acciones que hayan de ser tomadas, la manera como se
haga, o deje de hacerse y de las informaciones sobre ello, no resulten
desviados de los legítimos intereses de país, para el sustento de posturas
antidemocráticas y absolutistas como por lo general suele verificarse en la
historia de nuestra región latinoamericana, además de animarlos a investigar
individualmente el tema.
Se trata de casi ciento sesenta mil kilómetros cuadrados (160.000 kms2),
(esto es una extensión mucho más grande que la de Austria, Dinamarca, Grecia,
Honduras, Holanda, Portugal o Suiza), que correspondió, inequívocamente cabe
destacar desde el principio de esta disertación, originariamente a la Capitanía
General de Venezuela con anterioridad a su proceso independentista que iniciase
el 19 de abril de 1810 y nacimiento como república independiente y soberana,
como así lo señala expresamente nuestro artículo 10 constitucional, que se
identifica con el artículo 7 de la Constitución de 1961.
Antes de la independencia de Venezuela, esa extensión de terreno,
perteneciente a la Capitanía General, que a su vez era colonia española,
colindaba con territorio colonial de Holanda, y que ésta cediese a Inglaterra en 1814 luego de finalizadas las
Guerras Napoleónicas y múltiples encuentros de similar naturaleza de inicios
del Siglo XIX en los que estuviesen involucrados principalmente Inglaterra,
Francia, España y Holanda, resultando pues en la conformación de la Colonia de
la Guayana Británica, que es de advertir y recalcar, en lo que era territorio que
antes extensiones fuesen colonias holandesas, al Este del margen del río
Esequibo, es decir, jamás comprendió los terrenos hoy aspirados por Guyana y
que le corresponden a Venezuela.
En este estado de la disertación, y así se mantendrá durante la misma,
puede afirmarse que no existe duda alguna que tal extensión de terreno, siempre
ha sido, es y será de Venezuela, eso es meridiano e inequívoco. Pero el asunto
no puede quedar allí, ¿qué ha pasado con la posesión?, ¿con la soberanía sobre
la extensión de terreno?, quienes allí
viven: ¿qué sentimientos tienen hacia Venezuela?, por qué antes teníamos una visión de nuestro
territorio con el señalamiento de esa zona, en reclamación, pero en definitiva
nuestro mapa la mostraba, ¿por qué no se mostró más?, ¿a quién ha de
responsabilizarse?, ¿cuáles fueron las causas, posibles causas de la
situaciones que hoy experimentamos?. El tema no se acaba con el de la
propiedad, ya este está resuelto y es más que superado, el territorio de de Venezuela,
punto. Analicemos otros más para ver a que conclusión particular arriba cada
uno de nosotros.
Centraremos nuestra atención a los hechos y diversas situaciones ocurridas
desde 1810 a la presente fecha, pero es de destacar que con anterioridad a
dicho año, en el que se inicia la empresa independentista, es también innegable
en interés de los otrora imperios europeos en el nuevo continente, en toda su
extensión, en especial sus riquezas y todas la explotaciones de productos sobre
los cuales se sustentaban sus economías, algodón, café, cacao, madera, perlas,
plata, oro, y más recientemente petróleo; actividades, productos y su comercio
que generaron grandes conflictos entre tales imperios y regímenes, con las
evidentes consecuencias en los territorios donde es explotaban, y que hacen
totalmente evidente las pretensiones de hacerse de mayores extensiones de
terreno que aquellas que les
corresponderían originariamente. A todo lo anterior pudiéramos añadir las complejidades
y dificultades propias de esas épocas de medición y equipos para trasladarse y
crear asentamientos.
Es entonces que, ante esa, aunque censurable y no justificable, pero
entendible práctica de irrumpir en otros territorios con la procura de
intereses económicos, y las riquezas que provienen de la minería y petróleo son
grandes, suele aumentar en aquellos casos en que el Estado al que se le
vulneran sus derechos, adolece de debilidades que no le hacen posible atender
de la mejor manera las agresiones, no necesariamente expresas sino veladas y
mediante diversas maquinaciones con que pretende el agresor constar con al
menos un mínimo viso de legitimidad.
Así como ocurre en aquellos casos de raterismo en los que aprovechándose de
la falta de atención y vigilancia de la víctima, la hacen más proclive a esas
prácticas indebidas, igual se verifica en cuanto a aquellas ilícitas prácticas
de quienes tienen como actividad de su preferencia hacerse de lo ajeno, sea
esto extensiones de terreno de otros Estados, de particulares, o de otros
bienes, simplemente es que a mayor vulnerabilidad de la víctima, mayores son
las probabilidades de resultar despojada de sus derechos, y los que
difícilmente podrá recuperar mientras se encuentre en situación de
vulnerabilidad. En el caso del Esequibo no fue muy diferente, veamos:
Recientemente de iniciado el proceso independentista en 1810 y caída la
Primera República en 1812, Inglaterra recibe de Holanda sus terrenos coloniales
en la región del Esequibo, ello como se refiriera ocurrió en 1814, las
extensiones en comento, históricamente han sido referencia de albergar grandes yacimientos
de riquezas mineras, en especial para la época de oro.
Tenemos entonces, que el Imperio de Inglaterra, recibe de Holanda sus
posesiones coloniales, colindantes con las de Venezuela en proceso de gestación
como República y Estado independiente,
Inglaterra que ya en ocasiones anteriores había tenido enfrentamientos tanto
con Holanda y Francia, como con España, en los que también estuvo en distintos
tiempos ocupando intermitentemente extensiones en la región cercanas a la hoy en conflicto pero en modo alguno
sobre las mismas, tierras que resultan altamente apetecibles, y para colmo, su
propietaria, la naciente Venezuela en proceso de guerra de independencia, una clara
señal de debilidad de su institucionalidad en formación, ya que en fin,
existían asuntos que requerían mayor atención, y precisamente no se encontraban
en aquella alejada región.
Venezuela, por una parte, luchando por su independencia, en su Segunda
República; Inglaterra, en plena posesión colonial de la zona limítrofe
colindante. En 1819, en la región más cercana al terreno contiguo en la propia
provincia de Guayana, tiene lugar el Congreso de Angostura y luego creada la
Gran Colombia. Inglaterra en posesión colonial de su extensión. En Julio de
1822, se entrevistan en Guayaquil Bolívar y San Martín. Se concreta el proceso
de independencia, más todavía no existe fortaleza institucional definitiva.
Inglaterra, en plena posesión colonial.
En 1830, Venezuela se separa de la Gran Colombia, la institucionalidad
sigue sin conformarse con firmeza suficiente. Mientras tanto Inglaterra, en
posesión colonial.
De 1831 a 1835, presidió la nueva república José Antonio Páez, quien
también lo hiciera de 1839 a 1843 y luego de 1861 a 1863. Entre su primera y
última presidencia, muchos otros ejercieron tal magistratura entre los que
podemos mencionar, el “monagato”, José Tadeo Monagas 1847 a 1851, su hermano
José Gregorio 1851 a 1855 y repite José Tadeo de 1855 a 1858, el mismo que
protagonizó el asalto al Congreso en enero de 1848 ante la investigación y
antejuicio que se intentase en contra del presidente y donde resultaron fallecidos
algunos miembros del legislativo, cuando se le advirtió a Monagas que ello
contrariaba la Constitución, simplemente respondió: “La Constitución sirve para
todo”.
También durante ese período, entre los años 1859 y 1863 la guerra federal
que tuvo lugar principalmente hacia la zona central del país, bastante alejado
del Esequibo. Como perfectamente puede imaginarse, tampoco contaba la república
con una institucionalidad totalmente sólida ante el dinamismo político y
sucesiones presidenciales en la que no menos de quince personas ocuparon dicho
cargo de entre 1830 y 1870.
Mientras ello ocurría en Venezuela, en las tierras de la Guayana Británica,
Inglaterra ejercía su colonialismo y en el año 1835, a los fines de delimitar
la extensión de su territorio, se le encomendó al explorador alemán Robert
Schomburk que procediera a delimitar las fronteras entre ambos territorios
dando como resultado lo que se llamó la Primera Línea Schomburk, la cual
irrumpía dentro del territorio venezolano en casi 5.000 kilómetros cuadrados.
Seguramente, ante la falta de firme oposición por parte de Venezuela, que
entendemos su interés estaba centrado en otros menesteres en extensiones hacia
el centro, y ante una carencia de instituciones que de manera contundente
detuvieran la incursión en tierra venezolana, se procedió a trazar una segunda
línea de Schomburk en 1841, pero esta vez irrumpiendo más internamente en
territorio venezolano y tomando 141.930 kilómetros cuadrados, como si ello no
fuera suficiente, nos imaginamos que ante el evidente descuido de la región
producto del dinamismo político de ya nacida nación pero que se viese envuelta
en guerras caudillistas, en 1887 se
traza otra línea, pero en la que nada más y nada menos irrumpe y pretende
hacerse de 167.830 kilómetros cuadrados, prácticamente si es por Schomburk
llega hasta Angostura, hoy ciudad Bolívar.
¿Qué más ocurría en Venezuela mientras?, pues hechos que no colaboraban con
la formación de una estabilidad de instituciones democráticas, carentes de un
verdadero constitucionalismo y en modo alguno permanentes. Solo para mencionar
algunos: el gobierno considerado como uno de los más absolutistas,
personalistas y dictatoriales del país, el de Antonio Guzmán Blanco, quien
gobernó en tres ocasiones, de 1870 a 1877, de 1879 a 1884 y de 1886 a 1888.
Ante la ya grosera incursión e ilegítima pretensión por parte de Inglaterra
de hacerse de casi 170 mil kilómetros cuadrados de territorio venezolano, las partes a los fines de arribar a un
acuerdo deciden someter su diferendo a un procedimiento arbitral llevado en la
ciudad de París, el cual resultase contrario a los intereses de Venezuela
dictándose el famoso Laudo Arbitral de París de 1899, en el que se acoge
prácticamente en su totalidad del segunda línea de Schomburk, fallo arbitral
que resultó ser moralmente devastador para la República, pero al parecer, como
siempre, los problemas próximos reclamaban atención apremiante..
El país se adentra en el siglo XX y lo hace ocupando su presidencia
Cipriano Castro, quien gobernó desde 1899, año del laudo hasta 1908. Durante su
mandato ante la falta de pago, hoy conocido como “default”, de sus obligaciones
internacionales de deuda externa, ocasionó que Inglaterra, Alemania e Italia
entablaran un bloqueo en las costas venezolanas exigiendo el pago de las sumas
adeudadas, bloqueo que ocurriño entre 1902 y 1903.
A Cipriano Castro le siguió José Vicente Gómez, otro dictador personalista
que gobernó, no ininterrumpidamente, desde 1908 a 1935. Como es de concluir, de
regímenes dictatoriales y personalistas, no mucho se puede esperar de
crecimiento institucional democrático, y por ende, la ilegítima propensión de
los atraídos de los bienes ajenos en irrumpir y permanecer en tierras que no
son de su legítima propiedad.
Si bien desde que fuese dictado el laudo arbitral
Venezuela lo denunció en diversas ocasiones y lo consideró írrito, no fue sino
hasta que ante el fallecimiento del abogado norteamericano que atendió los
derechos de Venezuela, Severo Mallet-Prevost, quien dejó un memorándum de 1944 para
que se hiciese público luego de su muerte en el que revelaría la actuación
fraudulenta en contra de los derechos de Venezuela en el que destacaba que “si bien es cierto que dio a Venezuela el
sector en litigio más importante, desde un punto de vista estratégico, fue
injusta para Venezuela y la despojó de un territorio muy extenso e importante
sobre el cual la Gran Bretaña no tenía, en mi opinión, la menor sombra de
derecho…” Es ante tal evidente develación del vicio de nulidad del laudo
que es firmado en 1966 el Acuerdo de Ginebra, mediante el cual las partes,
Venezuela, Gran Bretaña, y la República
Cooperativa de Guyana que se encontraba en formación para esa fecha ya que
estaba en proceso de independencia, acordaron en dirimir el diferendo del
territorio, fijando un plazo de 4 años, que luego fue prorrogado por 12 años
mas hasta 1982, fecha desde la cual no ha habido mayor alcance material sobre
el diferendo, ello no obstante puntuales episodios esporádicos de reclamación y
pronunciamientos, pero que a la postre no han resultado en ninguna solución
material, mientras tanto existe una posesión y administración por parte de
Guyana de la extensión de terreno que totalmente es venezolano.
Como hemos observado, existen dos realidades que colisionan entre sí, la de
una inequívoca y clara titularidad por parte de Venezuela de esa extensión de
terreno y que data desde mucho antes de su conformación como Estado libre e
independiente, y la realidad fáctica de una ocupación y administración por
parte de Guyana como hoy Estado Independiente. Situación fáctica que como de
manera muy general hemos podido analizar, proviene de múltiples factores hechos, no necesariamente muy legítimos, planos
falsos, delimitación fe líneas fronterizas fraudulentas, ardides y corruptelas
en procesos de jurisdicción arbitral, y muchos otros, como si la propia
Venezuela fuese víctima en carne propia de los que muchos de sus ciudadanos día
a día, y cada vez más tienen que soportar.
En efecto, desde una visión y opinión muy general es totalmente oprobiosa
la actuación de los terrófagos, pero ello no convierte automáticamente a
Venezuela, la víctima, en el mejor ejemplo de perfecta vigilante y cuidadora de
los intereses que asumió al decidir convertirse en Estado independiente, menos
aún como gestadora y promotora de instituciones constitucionales y democráticas
serias y fuertes, cuya carestía no constituyen más que una invitación a los
irregulares y a los malhechores a hacer de las suyas, entonces es responsable
también la República, y más aún, los funcionarios que desde que se lanzaron con
el proyecto libertario desviaron su misión hacia proyectos caudillistas y
personalistas. Ampliamente ha quedado demostrado que en los momentos de mayor
debilidad institucional hemos sido presa más fácil ante las hostilidades. Hemos
pues de preguntarnos: ¿estamos institucionalmente preparados para asumir el
reto de reclamar nuestros derechos?, ¿en este nuevo siglo XXI nuestras
instituciones comprenden bien la situación como para que responsablemente
asistamos, no con ínfulas caudillistas o patrioteras a reclamar nuestros
derechos?, yo creo que no.
A mí, en lo personal no me queda duda alguna sobre los inequívocos derechos
de Venezuela sobre esos caso 160 mil kilómetros cuadrados, así como no me queda
duda alguna del indebido proceder de Gran Bretaña y otros intereses,
especialmente en el proceso arbitral de 1899, pero tampoco podemos dejar de
reconocer que la institucionalidad democrática y constitucional de Venezuela no
ha sido la más adecuada, por lo que debemos reclamarle directamente a las
autoridades el fatal incumplimiento de sus obligaciones.
Ahora mismo, en agosto de 2015, y producto de las políticas exteriores
desde 1999 a la presente fecha, ¿Existe institucionalidad democrática para
acometer las acciones de reclamación? Que cada uno arribe a su propia
conclusión, lo que sí está claro es que estos no son asuntos que deban atender
trasnochados o empíricos, debe más que hacerse los reclamos, que en efecto
deben hacerse, trabajar nuestra constitucionalidad, nuestro Estado de Derecho,
nuestra seguridad jurídica, nuestras instituciones democráticas, para luego,
así efectuar los debidos reclamos.
Que mensaje de seriedad y
fortaleza institucional puede recibir Guyana de todos los hechos históricos
narrados, que podrá pensar si en visita que hiciese el presidente de Venezuela
en la propia ciudad de Georgetown en el año 2004 manifestó que “...Venezuela no se opondrá al desarrollo de proyectos en el Esequibo
incluso los referidos a zona de libre comercio y cooperación energética, hasta
tanto no se produzca una solución al conflicto limítrofe”, es más, que evidente resulta que declaraciones como tales no se
corresponden a la debida institucionalidad que debe existir para la seria
exigibilidad de lo que sea de interés general. Sin que sea necesario ir muy
lejos, baste con leer en las noticias recientes, los graves problemas de
invasiones en el cerro El Ávila, o si prefieren el Warairepano, y me pregunto
yo, si no puede la institucionalidad actual abordar un tema de extensiones de
terreno en la ciudad capital y recuperar extensiones de terreno ilegítimamente tomadas,
¿qué hace pensar que podrá esa misma institucionalidad recuperar el Esequibo, o
será más perorata?
Conclusiones…. Como siempre, las que a
bien tengan tomar.
Comentarios
Publicar un comentario